¿Qué hay de malo con la religion?




La religión ofrece salvación, iluminación, un lugar en el cielo. la religión enseña auto-perfeccionamiento: humildad, devoción, paciencia, fe. La religión nos exige un nivel de comportamiento que beneficia nuestras almas, nuestros cuerpos y nuestra sociedad. Me alegra que el judaísmo no sea una religión. Porque todo eso puede ser bueno, pero también puede ser que busquemos esos "ideales" por motivos narcisistas, para sentirnos orgullosos de nosotros mismos. En este sentido, la religión puede ser su propio peor enemigo.

La religión enfatiza la importancia de ser bueno, y de ser justo. Condena a aquellos que son malos y a aquellos que son incorrectos. Aquellos que practican una religión aspiran a ser perfectos. Si fallan pueden ser condenados, y si tienen éxito pueden volverse intolerantes con otros. Estoy contento que el judaísmo no sea una religión.

La religión invariablemente crea un sistema jerárquico, cuanto más religioso mejor, altamente santo. Menos religioso es menos, más bajo, más profano.


La religión quiere convencernos de que nuestra naturaleza es mala. Para ser buenos, se nos dice, debemos resistir nuestros impulsos naturales y reemplazarlos con otras virtudes mundanas, más puras, más "santas". La religión insiste en que no se puede ser "uno mismo" y ser "bueno" al mismo tiempo. Se debe, por lo tanto, sacrificar el "uno mismo" y elegir el "bueno". Estoy contento que el judaísmo no sea una religión. Freud, el padre del psicoanálisis, estaba al tanto de algo cuando confesó que estar desorientado por su propio judaísmo, potencial pero oculto.

¿Qué es entonces el judaísmo? Di-s nos dio determinados mandamientos, que de algún modo son necesarios para Él, y esenciales para Su eterno y vasto plan. Cuando uno cumple con una mítzvá (precepto) , está haciendo algo por Él. Algo que Él desea infinitamente, que Lo afecta eternamente. Lo servimos a Él, en lugar de ser servidos por Él. La oportunidad de servir nos provee un escape del egoísmo y del narcisismo, al ponernos un poco afuera de nosotros mismos. Tenemos, entonces, que el objetivo se focaliza en los hechos, más que en las personas. ¿Sos bueno? ¿Sos justo? Eso no tiene importancia. Aún cuando no sea del todo bueno, puedo hacer aquello que es verdaderamente bueno. Y cuando se practica una mítzvá, es como si se fuera bueno, más allá de qué y quiénes seamos. Y la gratitud por esta oportunidad de ser buenos trae verdadera alegría a la vida. Y así uno comienza a servir a Di-s con alegría. Por otra parte, cuando una persona se consagra a algo bueno y constructivo, como servir a Di-s, naturalmente busca que otros hagan lo mismo, pues sólo juntos es que se puede cumplir completamente Su plan. Y esto debe ser en un modo de cooperación, y no de competencia religiosa.


Igualmente significativo es el hecho de que nosotros nacimos para esas mitzvot. Di-s crea la vida de cada ser, para una misión. Y para los judíos, es nuestro verdadero ser cumplir las mitzvot, y no una negación del ser.


Las mitzvot, el judaísmo, no hacen a nadie religioso o piadoso. Simplemente llevan al reencuentro de lo más judío del judío, con lo más Divino de Di-s.


Las mitzvot son la máxima intimidad que podemos alcanzar con Di-s. Ellas expresan al judío que hay en cada uno. Cada mitzvá cuenta, y cada judío es precioso. Eso es judaísmo

(extraído de la Revista Aieka)



Manis Friedman

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