MEKUBAL EN LA TRADICIÓN SEFARDÍ



“RABBI HAYM PINTO HAGADOL ZATSAL”

Que sus meritos nos protejan

Por: Yehudah Abraham Abujatzira Dumetz

“Este artículo está dedicado a la refua shelemá de mi abuela doña Calixta González Pinto”.
Los judíos sefarditas somos portadores de múltiples tradiciones que se han robustecido a través de los siglos. La tradición es la transmisión de conocimientos, creencias, costumbres y leyes de generación en generación, que por lo general se basa en la praxis de un discípulo en el lugar donde su maestro le imparte traditio- onis, y que casi siempre en la mayoría de los casos se trata de su abuelo o de su padre. Lo que este Talmid jajam ha aprendido u observado en casa de su maestro lo reproduce a sus compañeros en la Yeshiva. Expresa este sabio kah mekublani, así lo aprendí. Esta tradición contiene un eje principal y es una halaja, un concepto jurídico sin que queden descartadas las cuestiones filosóficas que contienen repercusiones de mucha praxis. Se dice que el primer Mekubal fue el patriarca Abraham abinu a quien Hashem quizo revelarle los mundos superiores. El Sefer Yetzirah narra como evidencia Sacra-escriturística el versículo del Libro de Bereshit 12:5 que dice: “Abraham fue como Elohim le había dicho y Abraham tomó… las almas que había hecho en Haran” en donde el verbo utilizado aquí es (cuyo significado es hacer, formar. Pero jamás es usado el verbo (y que significa adquirir.es quizá este punto la expresión más visible de la práctica Cabalística.

Jamás habrá cábala sin experiencia y, aunque la experiencia necesariamente no sea del orden místico todos podemos alcanzarla. No obstante, la praxis como tal puede adquirir características místicas sin dejar de ser una práctica común o normal, pero, sin desviarse de la ruta de la Halaha y de la Toráh. Rabbi Haninna ben Dossa que vivió en el Siglo I fue un Mekubal docto en prodigios y que mediante la Tefilah obtuvo la curación de un enfermo. Cuando esta sanación sucedió el Rabbi exclamó: Kah mekublani, esta es la tradición que recibí, si pronuncio la oración con facilidad, será efectiva. La Tefilah y la manera de llevarla a cabo seguían siendo normales. La intuición mística del rabino Haninna ejerció eficacia en su Tefilah. Su intuición cercana a la de los profetas no alteraba nunca la naturaleza de aquella Tefilah. Pero, el resultado de esta hizo de él un verdadero místico.

El desarrollo de la cábala fue un ejercicio aún después de que la Toráh fuera dada a Moshé Rabenu. Tal es el caso del Sefer Zohar que fue escrito por el Rabino Shimon Bar Yojai en el S. II. El rabino Akiva y muchos de sus discípulos fueron torturados y asesinados por los romanos, al sentirse amenazados por sus enseñanzas de la Cábala. Tras la matanza de 24,000 discípulos del rabino Akiva, él y el rabino Yehudah Ben Baba autorizaron al Rashbi a transmitir a las generaciones futuras la Cábala que le habían enseñado.
En 1749 nace a Agadir, Marruecos. Uno de los grandes Talmid Haham, el Rabí Haïm Pinto Hagadol, quizá desconocido para muchos en nuestro país. Este Tzadík y Santo hombre desde su más temprana juventud aprendió de su padre el Rabino Shlomo Pinto ZT"L, los secretos profundos de la Toráh. Pero en 1761 el Rabbi Shlomo Pinto murió. Razón por la cual, su madre lo envió a estudiar Toráh en una Yeshiva de Mogador, al llegar a aquel lugar decide ir directamente a la sinagoga y no a la Yeshiva para descansar. Un pariente suyo el Rabino Meir Pinto, quien vivía en la ciudad, desconocía que el joven Haïm se encontraba allí. Esa noche el Rabbi Shlomo Pinto se le aparece en sueños y le dijo: “¿Cómo puedes dejar que mi hijo, agotado y hambriento, duerma solo en la sinagoga? Debes saber que este niño será una gran luz en Israel. Ve por él, recíbelo en tu casa y en la Yeshiva Yaakob Ravvi Bibas”.

Por la noche, el rabino Meir Pinto, acompañado por su Shamash fue a la sinagoga. Al tiempo, el rabino Shlomo Pinto también apareció en sueños a su propio hijo: "He aquí, el rabino Meir pronto vendrá a ti. Él va a tomarte como un hijo y tú serás Talmid de Toráh del Rabino Yaakob Bibas. Te prometo que será una luz a Israel. Escucha y verás cómo me quedo cerca de ti”. El niño abrió los ojos y de inmediato vio a un rabino con su Shamash. Él dijo: "Tú eres el rabino Meir Pinto. Mi padre viene de aparecerte en un sueño. Pidió que a mí me recibas en tu casa y que le recomiende al Rabino Yaacob Bibas que me acepte estudiar la Toráh con él”.

Rabbi Meir Pinto se convenció que el pequeño sería una gran torre de luz en el tanto en el Oriente como en el Occidente. El niño fue llevado a su nuevo preceptor, el rabino Yaacov Dayan Bibas donde estudio con prontitud y diligencia. Pronto, todo Marruecos escuchó el eco de los milagros y prodigios realizados por el rabino Haïm Pinto desde temprana edad. Con tan sólo veinte años los Hajamim, la mayor generación, lo miraban con admiración y respeto. Judíos y musulmanes lo reverenciaban. Su fama llegó a extremos lejanos en Europa y Oriente Medio. Su Santidad fue extraordinaria, como una bandera que protegía de los decretos del mal a los Judíos de Marruecos.

Con mucha regularidad Eliyahu Hanavi se le aparecía para enseñarle Toráh. Por esta razón, el rabino Haim Pinto hizo voto de asistir a todas las circuncisiones que tuvieran lugar en Mogador, e incluso los personajes más importantes de la ciudad no iniciaban un Brith antes de que Rabí Haim Pinto llegara. Se cuenta que en los días antes de la Pascua, un desconocido fue visto paseando por las calles de Mogador en la tierra de Marruecos. No parecía un mendigo a pesar de que estaba vestido con harapos, no obstante, por los flecos en la ropa que llevaba puesta estaba claro que era un judío. Algunos de los estudiantes del Rabino Hayim Pinto preguntaron acerca de este hombre cuando lo vieron en el mercado de la ciudad. Y cuando volvieron a la Yeshiva, le comentaron al Rabino. El Rabino Pinto había descrito al hombre con gran detalle. Entonces él les preguntó si el hombre había mirado feliz o triste. Ellos le dijeron al rabino que había mirado muy triste. De hecho, sólo mirar a la cara hacía que nos entristeciéramos también. Ahora, la Pascua es un momento para recordar a los pobres y, era costumbre del Rabino Pinto invitar a los judíos pobres de la ciudad a su seder. Así que en la víspera de la Pascua, envió a sus estudiantes a la ciudad para traer de vuelta todos los judíos pobres que pudieran encontrar. Les dijo que en especial buscaran al extranjero que le habían dicho y que sobre todo se aseguraran de que regresara con ellos.

Así el Rabino envió a sus estudiantes a buscar por todos los rincones de la ciudad a todos los pobres, que ahora estaban encantados al enterarse de que tendrían un lugar para celebrar la primera noche de la Pascua. Pero cuando los estudiantes finalmente encontraron al desconocido, este se negó a acompañarlos al Seder del Rabino, estaba sentado solo bajo un árbol estéril. "Para ti es la fiesta de la Pascua", dijeron, "pero para mí es un momento de duelo-” Dijo el hombre. Los estudiantes hicieron su mejor esfuerzo para persuadirlo, pero al final regresaron con las manos vacías.
Cuando los estudiantes regresaron, le dijeron a Rabí Pinto que el hombre se había negado a la invitación, el rabino les dijo: "Si no puede convencerlo de venir aquí, díganle estas palabras en voz baja al oído" y le susurró a cada uno de sus alumnos. Así que los estudiantes regresaron al extraño, todavía se encontraba sentado bajo el árbol, e intentaron una vez más invitarlo a unirse a seder el rabino. Una vez más este se negó, pero esta vez que uno de los estudiantes susurró en el oído del hombre las palabras del rabino. Y tan pronto como este las escuchó, el hombre abrió los ojos y se acordó. Se levantó y los acompañara a la vez. Cuando el judío llegó a la casa del rabino, fue recibido calurosamente por el mismo Rabino Pinto. El hombre le regresó el saludo al rabino y luego, preguntó: "¿Maestro, cómo es que sabías el nombre del barco que trajo mi desgracia?" El rabino Pinto le respondió: "Únete a nuestro Seder y usted entenderá cómo llegó a ser conocido para mí. Por el momento, por favor, siéntase como en casa. Vaya a tomar un baño que he preparado para usted, y mis estudiantes le dan ropa limpia." El hombre dio las gracias al rabino, pero seguía sintiendo curiosidad por saber cómo había conocido su secreto.

Esa noche, cuando todos estaban sentados en el seder, el rabino Pinto presentó al invitado y le pidió que les dijera a los demás su historia. Este lo hizo, diciendo: "Nací en la ciudad de Marruecos", dijo, "viaje a España y trabajé allí hasta que llegué a ser muy rico. Después de varios años, empecé a extrañar mi tierra natal, Marruecos y pensé en volver allí para formar una familia. Con todo lo que había ahorrado, me compré joyas preciosas. Había una viuda de quien me hice amigo. Cuando se enteró de que estaba planeando regresar a Marruecos, donde también vive su hija, ella me pidió que le llevara a su hija su legítima herencia, joyas que habían pertenecido a su padre. Estuve de acuerdo en hacerlo, y me llevó todo en una caja de madera. Sin embargo, cuando una tormenta hundió el barco en que viajaba, las joyas se perdieron en el mar. De alguna manera me las arreglé para tomar una tabla algunas semanas después pude llegar a las costas de esta ciudad. Sé que soy afortunado de estar vivo, pero después de todos estos años, no tengo nada. Aun así, eso no es lo que más me duele. Por encima de todo, tengo el corazón roto por no poder cumplir para la viuda mi misión."

Cuando todos los que estaban sentados en el seder escuchado esta historia, se conmovieron en sus corazones ante el pobre hombre que había sufrido una desgracia. Entre ellos, había una mujer joven, hermosa con lágrimas en su rostro. Cuando el hombre vio su pena, también estalló en llanto. El Rabino Pinto dijo, "No te aflijas, al celebrar el seder, pero ve de cerca." Señaló la taza Kidush, que estaba llena de vino, y pronunció unas palabras cabalistas sobre él. Esas palabras llamaron sucesivamente a Rahab, el Ángel de la mar.

En ese momento, todos en la mesa oyeron una voz profunda decir: "Sí, Rabino Pinto, ¿cuál es su orden?" Todos temblaban de miedo, porque no podían ver de dónde venía la voz. Entonces el rabino dijo: "Hago un llamamiento a usted, Rahab, Príncipe del Mar, para ayudar en la búsqueda de lo que se ha perdido a este hombre." De repente, para asombro de todos, la copa de Kidush comenzó a crecer más y más grandes, y el vino en ella se transformó en las olas del mar. Una tras otra las olas subían y bajaban y, finalmente, estas arrojaron una pequeña caja de madera, que flotaba en la superficie. El invitado no podía contenerse y exclamó: “Maestro, que es mi caja”. El Rabino pinto dijo: “considera salir afuera”. Así que el hombre metió la mano en la enorme copa, sacó la caja de madera y la puso sobre la mesa. En ese instante la copa volvió a su tamaño original y las aguas se convirtieron en vino una vez más. Todo el mundo vio con asombro aquel milagro.

El hombre abrió el cofre de madera y vio que no faltaba nada y derramó lágrimas de alegría. Entonces el rabino Pinto le dijo: "Ahora, permítanme que les presente a la hija de la viuda, a quien las joyas le estaban destinadas para que usted se las entregara." En ese momento, la joven que había llorado al escuchar el relato del hombre, se levantó con una sonrisa radiante y el hombre casi se desmaya por la sorpresa. Cuando hubo recuperado la compostura, cogió la caja de madera y la puso en sus manos, para deleite de todos los presentes. Entonces el rabino Pinto sonrió y dijo: "Saber que nada sucede por accidente. Todo está predicho por el Santo, bendito sea Él, al igual que su reunión hoy aquí, ahora solo les puedo decir que he oído una voz celestial que anuncia que ustedes dos están destinados a casarse. " Así fue que todo el mundo celebró aquel seder con gran alegría y, no mucho después, la pareja se casó. A partir de entonces, cada Pascua, cuando se llena la copa Kidush, cuentan la historia del rabino Pinto y la copa de vino cabalístico que había cambiado sus vidas.

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