Tzedaká


Se nos Ordena Distribuir Caridad con la Mano Abierta
El Midrash dice

Un filósofo preguntó a Rabí Gamliel: "Tu Torá te ordena dar caridad una y otra vez y a no temer que quede afectada tu posición económica, ¿No es natural temer que ocurra? ¿Cómo puedes disponer de tu dinero sin preocuparte de que lo debías haber ahorrado para los tiempos de necesidad?"

Rabí Gamliel preguntó, "Si te piden un préstamo, ¿estarías de acuerdo?"

"Depende quien lo pida" contestó el filósofo. "Si el peticionante es un extraño, tendría miedo de perder mi dinero".

"¿Qué pasa si el peticionante ofrece garantes" preguntó Rabí Gamliel.

"Bueno, si supiera que son confiables, aceptaría", contestó el filósofo.

"Permíteme preguntarte", siguió Rabí Gamliel, "si el peticionante ofrece como garante al jefe del gobierno, ¿cómo te sentirías?"

"Seguramente le prestaría el dinero en estas circunstancias, porque estaría totalmente seguro que mi préstamo queda garantizado", afirmó el filósofo.

Rabí Gamliel explicó, "Cuando alguien da caridad, en realidad extiende un préstamo garantizado por el Creador del Universo. Los Escritos (Mishlé 19:17) dicen, "El que es benevolente para con los pobres presta al Eterno, y su buena acción le será recompensada". (D-s compensará al benefactor en este mundo restituyéndole el 'préstamo', y reservará la compensación total para el mundo futuro). Nadie es más confiable que el Creador; si El garantiza devolver el dinero de un donante, ¿por qué alguien dudaría de dar caridad?"

Nadie jamás empobreció por dar tzedaká.

En realidad, ocurre todo lo contrario, según el versículo, "Al que da a los pobres no le faltará, pero el que oculta sus ojos recibirá muchas maldiciones" (Mishlé 28:27). D-s devuelve el dinero gastado en tzedaká, mientras que el dinero retenido del pobre eventualmente será perdido.

Que D-s compensa a quien destina grandes sumas de dinero a caridad queda ilustrado en este Midrash:

Rabí Elazar, Rabí Iehoshua y Rabí Akivá estaban recorriendo el país para recaudar una gran suma a fin de sustentar a estudiantes de Tora necesitados.

Llegaron a los alrededores de Antioquía, hogar de Aba ludan, un magnate famoso quien contribuía con grandes sumas de dinero a la caridad.

Cuando Aba ludan vio que llegaban los Sabios, su cara se volvió pálida de vergüenza y tristeza, porque había perdido todo su dinero y no podría ayudar a otros.

Su esposa se asustó al ver que su aspecto cambió tan drásticamente y preguntó cuál era el motivo.

"Los Sabios visitan el vecindario" le contó a ella, "y yo no puedo darles una donación".

Su esposa, quien era aun más generosa que él le aconsejó, "Vende la mitad del campo que nos queda y entrégales el dinero". (Esto era un acto de piedad no exigido por la halajá).

Cuando los Sabios recibieron su donativo, lo bendijeron, "Que el Todopoderoso vuelva a resarcirte por tu pérdida".

Más tarde, mientras Aba ludan estaba arando el lote de tierra que le quedaba, su vaca cayó en un pozo y se rompió la pata. Cuando Aba ludan se agachó para atenderla, D-s iluminó sus ojos y de repente, vislumbró un tesoro enterrado en dicho pozo. Rebosante de alegría exclamó, "Era para mi beneficio que mi vaca se lastimara".

La siguiente vez que los Sabios visitaron el vecindario preguntaron, "¿Cómo está Aba ludan?"

"Aba ludan", les contaron, "tiene esclavos y rebaños de cabras y camellos. Nos faltan palabras para describir su fantástica riqueza".

Aba ludan supo de la llegada de los Sabios y salió a recibirlos. "Vuestras plegarias por mi éxito fueron inmensamente beneficiosas", les dijo, "D-s no solo repuso el dinero que yo les di, sino que me bendijo con más dinero del que nunca tuve".

Contestaron, "Tu éxito se debe a tus actas caritativos. Al donar para tzedaká tan generosamente, Hashem te consideró merecedor de Su bendición".

Los Sabios aplicaron el versículo: "La dádiva (para tzedaká) de un hombre le amplía su sustento" (Mishle 18:16).

Asimismo, dar tzedaká prolonga la vida de una persona.

Biniamin HaTzadik estaba a cargo de los fondos de caridad.

Una vez, durante una larga sequía y hambruna, una mujer se aproximó y le rogó, "Rabí, por favor, ayúdeme".

"Me gustaría" contestó, "pero todos los fondos de tzedaká fueron distribuidos; no queda nada".

"Si no puede ayudarme", le imploró, "causará la muerte de una mujer y sus siete hijos".

Cuando Biniamin HaTzadik escuchó esto, pagó por el sustento de la familia con su propio dinero.

Un tiempo después, cayó gravemente enfermo y su muerte era inminente.

En el Cielo los ángeles imploraron ante Hashem: "Amo del Universo, ¿acaso Tú no has proclamado que salvar el alma de un solo judío es tan importante como mantener un mundo entero? ¿Acaso Biniamin, quien mantuvo con vida a una mujer y sus siete hijos, morirá tan joven?"

El decreto de muerte fue consecuentemente revocado, al conceder la Corte Celestial otros veintidós años de vida a Biniamin.

Tres acciones tienen el poder de provocar la abolición de decretos Celestiales:

1. El arrepentimiento

2. El ofrecer caridad

3. Las plegarias.

Las siguientes halajot básicas pertenecen a la mitzvá de dar caridad:

□ El monto que una persona da para tzedaká depende de su ingreso; cuanto más gana, mayor es su obligación. Una persona con un ingreso promedio deberá distribuir un diezmo de su dinero a caridad y una persona rica hasta un quinto.

Después de la Destrucción del segundo Beit Hamikdash, Rabí Iojanán ben Zakai, mientras montaba su asno en compañía de sus discípulos, notó la presencia de una mujer joven que se inclinaba para recoger los granos de cebada de entre los excrementos del animal de un árabe.

Ella se acercó a Rabí Iojanán y le imploró, "¡Rabí, ayúdeme!"

"¿De quién eres hija?" le preguntó Rabí lojanan ben Zakai. Ella contestó, "De Nakdimón ben Gurión".

Sorprendido, le preguntó: "¿Donde está toda ¡a fortuna de ¡a casa de tu padre? (Nakdimón ben Gurión era uno de ¡os hombres más ricos de Ierushalaim antes de la destrucción del Beit Hamikdash).

"Rabí", contestó ella, "¿Acaso no hay un proverbio en Ierushalaim, 'Quien desea conservar su dinero debería seguir dando caridad?' Perdimos todo nuestro dinero porque no prestamos atención a dicho consejo".

"¿Y qué pasó con el dinero de tu suegro?" preguntó Rabí Iojanan.

"Actuó como garante de mi padre, por lo tanto, también perdió su fortuna", explicó. Luego preguntó, "Rabí, ¿recuerda haber firmado mi ketubá (contrato de matrimonio)?"

"Lo recuerdo", contestó Rabí Iojanán, quien, dirigiéndose a sus discípulos, relató: "Su ketubá proveía una dote de un millón de dinares de oro de su padre, además de lo que ella recibió de su suegro".

Rabí Iojanán lloró (por el severo castigo impartido por D-s a la nación judía) y exclamó, "Cuando el pueblo judío cumple con la voluntad de D-s, El los eleva a los niveles más altos; sino, los hunde en las mayores profundidades".

Cuando la joven mujer afirmó que su padre había perdido su dinero por no haber dado caridad, no era porque consideraba que no daba nada. Todo lo contrario, hizo muchas obras de caridad. Por ejemplo, era conocido el hecho que cuando Nakdimón salía de su hogar hacia el Beit Hamidrash, sus sirvientes desplegaban alfombras frente a él y éstas eran regaladas a los pobres. En realidad, ella sugirió que la pérdida de su fortuna se debía al tamaño de sus contribuciones que no eran proporcionales a su inmensa fortuna. La gente dice, "La carga que uno coloca sobre un camello depende de su fortaleza". D-s espera que una persona dispense caridad en proporción a la abundancia con la que fue bendecida.

En efecto, una persona rica es afortunada si dona generosamente tzedaká. La siguiente parábola es ilustrativa:

Dos ovejas permanecían a la orilla del río y miraban con desconfianza las olas espumosas a sus pies. ¿Podrían nadar y cruzarlo hacia el campo verde que las tentaba del otro lado?

Ambas se zambulleron y comenzaron a nadar con energía.

Pero mientras que una podía mantener el ritmo, la otra se cansó rápidamente, apenas manteniendo su cabeza fuera del agua. Muy pronto fue arrastrada por la fuerte corriente.

Para su desgracia, esta oveja tenía más dificultades a raíz de sus vellones largos, que se hacían más pesados cuando estaban mojados. Sin embargo, la otra oveja estaba esquilada. Viajó liviana y así sobrevivió.

Nuestros Sabios advierten a la persona que cruce "liviano" al mundo siguiente - es decir, que se libere de todo el dinero extra distribuyéndolo para tzedaká. Si una persona se aferra a su dinero, finalmente lo arrastrará hasta el Guehinom (infierno), por no haber utilizado su fortuna como Hashem lo desea.

Las siguientes son más halajot relativas a la tzedaká.

□ Si alguien tiene parientes indigentes, es prioritario ayudarlos; luego debe dar caridad a los vecinos pobres; luego a los pobres de su ciudad. Si tiene que optar entre los indigentes de dos ciudades diferentes y los de Eretz Israel, los de Eretz Israel tienen prioridad.

□ La mitzvá de tzedaká comprende dinero o comida.

□ Si un pobre pide caridad a fin de proveerse de vestimentas podemos averiguar si su pedido es legítimo; pero si pide comida, debemos contribuir de inmediato.

□ Tzedaká debe ser entregada con una modalidad amigable y junto con palabras alentadoras. Quien da con enojo, aunque fuera una donación importante, pierde el mérito.

□ El cumplimiento óptimo de la mitzvá ocurre cuando el donante no conoce al receptor de la caridad, ni el receptor sabe de él (así eximen al receptor de la vergüenza).

En dicho caso, por supuesto, es necesario asegurarse que el cobrador es confiable, personalmente conocido por las partes involucradas y quien se asegurará que la tzedaká llegue a su destino adecuado.

□ La mayor tzedaká es evitar que un hermano judío tenga que aceptar caridad. Si uno puede encontrarle un empleo adecuado para él, hacer una sociedad con él o prestarle dinero para que se haga auto-suficiente, el donante ha realizado la mejor clase de tzedaká.

□ Cuando se considera donde destinar el dinero de tzedaká personal, se debe dar prioridad al necesitado que se dedica al estudio de la Tora. Así como los maasrot de antaño apoyaban a los kohanim y a los leuiim quienes servían en el Beit Hamikdash, así debemos separar una décima parte de nuestros ingresos para los estudiosos de Torá con necesidades financieras.

Rabí Tarjan, quien era un hombre muy rico, no dio suficiente tzedaká, en proporción a su riqueza.

Rabí Akivá se acercó a él y le preguntó: "¿Quiere que invierta su dinero en propiedades?"

Rabí Tarjan aceptó y le entregó 4.000 dinares de oro.

Rabí Akivá tomó el dinero y lo distribuyó entre los pobres.

Cuando, más adelante, Rabí Tarjan le pidió ver sus bienes raíces, Rabí Akivá lo condujo al Beit Hamidrash, abrió el Libro de Tehilim y leyó: '"Quien ha esparcido y ha dado a los pobres libremente, su justicia perdura por siempre' (Tehilim 112:9). Así es como he invertido su dinero".

Rabí Tarjan lo besó y exclamó, "Tu eres mi amo y maestro. Eres más sabio que yo y me has dado una lección en la jorma correcta".

Para demostrar aun más su consentimiento, Rabí Tarjón entregó a Rabí Akivá dinero adicional para donar a los pobres.

En efecto, Rabí Akivá no engañó a Rabí Tarfón cuando describió el hecho de dar tzedaká como una 'inversión en bienes raíces'. Cuando una persona da tzedaká en este mundo, invierte en un hogar para su alma en el Mundo por Venir.

Rambam escribe: "Nunca vimos a diez judíos residiendo en el mismo lugar que no hayan establecido un fondo de caridad.

Nosotros, el pueblo judío, debemos asegurar el cumplimiento de la mitzvá de tzedaká de una forma superior pues nos caracteriza como la semilla justa de Abraham, de quien D-s declaró: 'Porque Yo sé que ordenará a su hijos y a su familias a dar tzedaká'".

¡Cuanta gratitud y alabanza le debe una persona al Creador por permitirle estar entre los que dan caridad a otros!

Cortesia: www.chabad.org

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