LA CARIDAD EN PESAJ



Por: Rabino Ytzjak Fadda Sh"lita

Escribe Maran en el Shuljan Aruj, al comienzo de las leyes sobre Pesaj, que se investigan las leyes de Pesaj treinta días antes de la festividad. Acota Ram´´a, que se acostumbra a comprar trigo para distribuirlo entre los pobres para las necesidades de Pesaj. Está escrito en la Torá: Seis días comerás Matzot y el día séptimo descansarás para el Eterno, Tu D-os, no harás ningún trabajo…Y te alegrarás ante el Eterno tú y tu hijo y tu hija, tu esclavo y tu esclava y el Leví que se halla en tus ciudades, el peregrino, el huérfano y la viuda que se hallan dentro tuyo, en el lugar que escogió el Eterno para posar Su nombre allí (Debarím 16). Cita Rash”i en nombre del Midrash, que el versículo refiere al Levita, al peregrino, al huérfano y la viuda que son los cuatro indigentes a cargo de D-os, en compensación por tu hijo, tu hija, tu esclavo y tu esclava, si tu alegras a los míos, Yo –dice D-os-, alegraré a los tuyos.

Inferimos, que aquellos que se preocupan por alegrar a los pobres, a los indigentes, al Levita que no poseía parte en la tierra de Israel, al peregrino, etc. aquellos por los que el mismo Eterno se preocupa y los considera suyos, El se lo recompensará y se encargará de alegrar a los suyos. Y por supuesto concluimos asimismo lo inverso, si tú no te preocupas por los Suyos, El no se preocupará por los tuyos.

Por ello, pesa una obligación sagrada sobre cada integrante del pueblo de Israel de contribuir con los necesitados antes de Pesaj para que tengan lo suficiente para las necesidades de la festividad. En la actualidad, existen agrupaciones fiables a las que se les puede entregar el dinero destinado a los pobres en Pesaj y ellos se encargan de proveerlos de todas sus necesidades. En algunos lugares los encargados de la sinagoga recogen dinero de los concurrentes y ellos mismo se encargan de distribuirlo entre los indigentes. Es preciso tener sumo cuidado de entregar el dinero exclusivamente a agrupaciones de reconocida honorabilidad, como lo hemos señalado en las leyes sobre la caridad.

Ocurrió hace aproximadamente treinta años, cuando Rabí Ovadiá Yosef, Shlit”a, vivía en la ciudad de Tel Aviv y la situación económica era muy apremiante, los estudiosos de la Torá no tenían lo suficiente para adquirir sus necesidades básicas para la festividad de Pesaj. Estos estudiosos se reunían en la Yeshivá “Torá Vehoraá” a cargo del Rabino Eliahu Shrem z”l. Este, al ver la delicada situación que enfrentaban los estudiosos de la Torá se dirigió a Rabí Ovadiá Yosef, Shlit”a, para que utilice su influencia e interceda ante las personas pudientes de la ciudad para que asistan a estos estudiosos que estaban tan apremiados. Rabí Ovadia inmediatamente citó a varias personas pudientes a su oficina y les habló desde lo más profundo del corazón para que ayuden a la Yeshiva. Y efectivamente varios de los ricos que concurrieron a esa reunión acudieron en ayuda de los necesitados.

Uno de los habitantes de la ciudad, un conspicuo y rico comerciante que poseía una tienda en la avenida Alembi, en aquellos días un lugar sumamente céntrico y exitoso. Rabí Ovadiá Yosef lo citó en su oficina, como lo había hecho con otros personajes ricos de la ciudad y le habló explicándoles la situación dura por la que atravesaban los estudiantes de la Yeshivá, que carecían de lo necesario para festejar Pesaj. Este hombre le respondió al rabino que su situación no era la de antes, que tenía muchos compromisos comerciales y por lo tanto no podía ayudar a la Yeshivá. Nuestro maestro, Rabí Ovadiá, Shlit”a, a sabiendas de que el otro realmente tenía una situación holgada y sólo buscaba excusas para escapar de su sagrada obligación de ayudar a los necesitados, le dijo: El Midrash nos dice que D-os pide que alegremos a los cuatro que El busca ayudar y así El se ocupará de los cuatro que dependen de nosotros, por ello insisto en que trates de alegrar a los necesitados y D-os se encargará de alegrarte en la festividad de Pesaj. Sin embargo todos los argumentos del Rab cayeron en oídos sordos y aquel hombre continuaba sosteniendo que su situación no le permitía ayudar a los pobres. Rabí Ovadiá Yosef entendió que aquel hombre no aceptaría ningún argumento y lo despidió augurándole éxito y todo lo bueno.

Inmediatamente después de Pesaj, sonó el teléfono en la casa del Rab y del otro lado se hablaba aquel hombre rico que se había negado a colaborar con los necesitados para Pesaj. Al preguntarle el Rab que necesitaba, aquel respondió que necesitaba entrevistarse con el Rab con suma urgencia. El Rab atendió su pedido y le otorgó una entrevista inmediatamente. Cuando llegó aquel hombre a la oficina del rabino, se lo notaba perturbado, nervioso. Al preguntarle el Rab que ocurría que requirió una entrevista tan urgente, aquel hombre rico comenzó a relatarle al rabino: Seguramente ud. recuerda que unos días antes de Pesaj me citó para pedirme una colaboración para los necesitados y yo me negué insistentemente? De hecho si lo recuerdo, le dijo Rabí Ovadiá. Y recuerda que antes de retirarme ud. me citó el Midrash que afirma que sí alegramos a los cuatro del Eterno El alegrará a los cuatro nuestros. Nuevamente el Rab le respondió que recordaba lo sucedido. Pues en ese momento, continuó aquel hombre, yo me reí en mi interior pues mi situación económica era brillante, mis hijos me respetaban y convivo en paz y feliz con mi esposa ¿por qué no tendría yo una festividad alegre? Ninguno de los argumentos del Rab me impresionó y regresé a mi casa satisfecho no sólo de lo que poseía, sino de que pude escapar a los pedidos del Rab!

La noche del Seder, regresé de la sinagoga a mi casa y mis dos hijos me esperaban sentados en el salón de mi casa. Al llegar a casa les dije algo, e inmediatamente ambos se irguieron ante mí, me tomaron de los lados y me dijeron: Ya estamos cansados de tus tonterías! Y me arrojaron fuera de mi casa y cerraron la puerta con llave. Permanecí toda la noche del Seder entre lágrimas y sollozos por lo que me habían hecho mis hijos, aquellos a los que les había dado todo lo que poseían! Y pensé y pensé cómo es que el Eterno me había hecho eso, y recordé el Midrash que ud. me relató sobre “alegrar a los cuatro del Eterno y El alegraría a los cuatro tuyos”, y comprendí, para mi bochorno, por qué me había ocurrido aquello. Por ello, vengo a decirle señor rabino que me arrepiento de proceder y pido perdón por mi pecado. Por favor, señor rabino, ud. también discúlpeme pues le he mentido, bendígame para que el Eterno me ilumine con alegría y mis hijos se encaminen por la senda del bien.

Hasta aquí el relato del que por supuesto podemos aprender una gran moraleja.

PARA EL ÉXITO Y PROSPERIDAD DE

JACK BEN HARAB YOM TOB YEDID Y FLIA.

NEW YORK

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