Por: Rabino Amram Anidjar
Todo el mundo necesita de palabras bonitas, de aliento.
Todos crecemos, nos desarrollamos, triunfamos, gracias a esas palabras dulces.
Las personas, cuando son humilladas tienden a deprimirse, a
desmoralizarse. Por eso nuestra Parashá dice Lo Tonú Ish Et Amitó No hablar mal
a nadie. En el tratado de Baba Metziah hay un ejemplo muy común. A una persona
que volvió en teshuvá no se le puede recordar su pasado pecaminoso o a un
converso tampoco se le puede recordar que es nacido de padres no judíos.
Si hay una persona que comía terefá (no kasher), no se le
puede decir: Esa boca que comía cosas prohibidas no puede estudiar Torá. Si hay
alguien que tiene muchos sufrimientos no se le puede decir: Tus malas acciones
provocaron tus sufrimientos.
El motivo principal del por qué está prohibido hablar así,
es porque esas palabras humillan al otro, le quitan el entusiasmo de avanzar en
la vida. Lo que deberíamos hacer siempre es elevar la autoestima a las personas
y animarlas.
Una vez en E.E.U.U. hicieron una prueba, en un colegio,
acerca de lo positivo de motivar a los alumnos y de lo negativo de humillarlos.
A principio de año, los maestros se fijaban en las notas del año pasado, para
saber quiénes eran los excelentes y quienes no. A un maestro le cambiaron las
notas; a los excelentes los pusieron como débiles y a los débiles como los
excelentes. Los resultados de la investigación fueron impresionantes. Todas las
notas inventadas a principio de año fueron exactamente iguales a fin de año, ya
que el maestro desde que empezó, motivó a los que él creía como excelentes y
despreció a los que él creía como débiles.
En la educación es muy importante animar y motivar. Algunas
veces es importante reprender también. La Guemará nos da un consejo muy
importante: Leolam Tehé Smol Dojá Veyamin Mekarebet Siempre la mano izquierda
debe apartar y la derecha acercar ( ). A veces se necesita reprender, enfrentar
los problemas, decirle al otro lo que no está bien, pero se hace de manera
sutil, tal como la mano izquierda, que no tiene fuerzas. Al mismo tiempo
debemos acercar al otro, motivarlo, abrazarlo, darle aliento de una forma más
activa, como la mano derecha, que es más fuerte.
Nunca resultó nada bueno de la derecha que aparta, se puede
ver en las dos religiones monoteístas más comunes del mundo: el cristianismo y
el islam, que tanto daño le han causado y están causando al pueblo de Israel.
El islam empezó con Yishmael, hijo de Abraham, quien fue un
niño muy problemático y pecador, hasta que al final Abraham y Sará se
comportaron con él de una manera drástica, expulsando a él y a su madre de la
casa. Ese niño creció y se crió en el desierto. Era un Pere Adam Hombre
Salvaje, y se hizo enemigo de Am Israel.
En el tratado de Sanedrín ( ), se relata el nacimiento del
cristianismo. Jesús era alumno de Rabí Yehoshua Ben Perajiá; una vez se
reunieron él y su alumno en una posada. Al salir de la posada, el rabino le
dijó a Jesús: ¡Que bonito recibimiento nos hizó la dueña de la posada! Jesús
pensó que su rabino se estaba refiriendo a la belleza de la señora, la dueña de
esa posada, y le dijo al rabino: Sí, pero sus ojos no eran muy bonitos. El
rabino se enfadó con él y lo alejó. Aunque muchas veces fue el alumno a pedirle
disculpas a su rabino, para que lo recibiera nuevamente en su Yeshivá, el
rabino no quiso aceptarlo y lo alejó con mano dura, en vez de perdonarlo.
Vemos que nada bueno se obtiene, cuando los padres o los maestros
son rigurozos, ya que le bajan la moral al educando en vez de motivarlo a
seguir adelante.
Así también pasa entre marido y mujer. No sabemos cuán
importante es dar palabras de aliento, de agradecimiento a nuestro cónyuge. A
veces, la mujer llega del trabajo cansada y tiene que prepararle la comida al
marido, los niños están llorando, y se esfuerza por preparar algo gustoso y
agradable, algo que a él le guste. A pesar de la presión, ella logra preparar
la comida a su tiempo. Entonces llega el marido del trabajo hambriento, se
sienta en la mesa a comer, y no dice una palabra, ¡Que rico!, ¡Gracias! Ni
siquiera le dice: ¡Casi como mi madre estás cocinando!, nada. Esa actitud
destruye a la mujer, ya que con una sola palabra era suficiente para darle fuerzas.
También ocurre así con el marido, quien trabaja duramente
para traer dinero a la casa, y necesita de apoyo y comprensión. Por eso, los
maridos prefieren ayudar a sus madres más que a sus esposas, porque las madres
cuando están arreglándoles algo en la casa, se la pasan bendiciéndole,
alabándole, engrandeciéndole, mientras que por otro lado la mujer solo se
queja, no le sirve nada de lo que hace su marido, y le dice: ¿Por qué eres
así?...
Debemos saber, que no hay nadie en el mundo que no busque
constantemente apoyo moral y aceptación, tanto los pequeños como los mayores.
Maimónides dice que la mayoría de las personas se esfuerzan espiritualmente y
físicamente para llegar a un status (aceptación, apoyo, comprensión,
motivación), para recibir honores y ser una figura ante los demás.
Vamos a referir varios ejemplos acerca de esto:
1) Muchas veces las personas gastan muchísimo dinero para
estar bien vestidos, para que los demás les digan qué tan buenos son o qué tan
bien se ven. A veces, la moda es una vergüenza, pero las personas compran y se
visten, solamente porque así es la moda. Para que digan: ¡Qué chévere eres!
2) Los niños se esfuerzan en sacar buenas notas para recibir
unas felicitaciones, un cálido abrazo de su maestro o de sus padres. Hagan una
prueba, díganle a un niño de la vecindad o a uno de la sinagoga: ¡Qué zapatos
tan bonitos tienes! ¡Qué alto eres! ¡Qué bonito estás vestido! Y verán que
después de unas cuantas veces, ese niño cada vez que entre a la sinagoga los
buscará, donde están sentados, para sentarse a su lado. Todo eso para seguir
escuchando palabras que le eleven su autoestima y no solo eso, sino que cada
vez que ese niño se pone los zapatos, piensa en ti y en qué le dirás. Es
importante resaltar que esto ocurre con todos los niños, incluso con los que
son de 80 años para arriba.
3) ¿Por qué las personas gastan todo su capital para un Bar
Mitzvá bonito, o para una Boda bonita? Hay bonito, y hay bonito exagerado. ¿Por
qué tirar la casa por la ventana? La respuesta es una; ese es un medio de
recibir aceptación y apoyo de la sociedad.
Hagamos una prueba con nosotros mismos, e imaginémonos que
nos fuimos a vivir a una ciudad donde todos son ciegos, o a una isla desértica.
¿Acaso nos preocuparíamos de vestir bien, o combinados? Seguro que no, porque
diríamos que nadie nos está viendo. Vemos que todo está basado en el qué dirán
y no en qué es lo bueno para mí. A la persona le gusta que lo aplaudan y por
eso todo el día está haciendo cosas en pro de ese objetivo.
Es muy importante que en el matrimonio exista ese ambiente
de apoyo y motivación mutua, porque si no es así, muchas veces buscan llenar
ese vacío fuera de la casa. (Dios nos guarde).
El marido necesita que la mujer lo apoye, lo quiera, y así
también la mujer necesita a su marido. Pero si el marido piensa que con lo que
le dijo antes de la boda, que la amaba, es suficiente y que no hay que repetirlo
siempre, que cuando hayan cambios, él le avisará, así no funcionará el
matrimonio.
En estos días estamos conmemorando la muerte de los 24 mil
alumnos de Rabí Akivá, quienes eran reencarnaciones de los 24 mil jóvenes que
pecaron con las muchachas de Moab. Ellos estaban dentro del campamento de
Israel, pertenecían a la tribu de Shimón, una tribu sin honores especiales,
nunca recibieron aceptación, respaldo ni motivación de las demás tribus. No
como Yehudá, ni como los Levy, Yisajar, que sí recibieron. De repente, cuando
salieron al campo de Moab, las muchachas moabitas empezaron a alabarlos, a
motivarlos. Entonces, se sintieron bien y quisieron quedarse con ellas, hasta
el punto que hicieron idolatría, con tal de recibir cariño. También los
moabitas hacían idolatría de una forma no común; ellos aplaudían a aquel que
inventaba una nueva forma de servir a sus dioses, y eso los motivaba a seguir
inventando formas y estilos nuevos, cada vez más.
Hoy en día, desafortunadamente, muchos jóvenes caen porque
fueron rechazados por un grupo de amistades judías, o porque las muchachas no
se fijaron en ellos, o porque provienen de una familia pobre, o porque no
tienen una carrera. Así cuando conoce a una goyá, que le alaba, le da cariño,
queda automáticamente atado a ella, y le cuesta abandonarla, porque ella es la
que le da la fuerza y el ánimo, que tanto buscaba.
El deseo de encontrar cariño y aplausos, puede causar la
muerte espiritual de la persona, perder su identidad judía. A los jóvenes les
agrada correr con el carro, para que los demás les digan: ¡Qué grande eres! ¡Tú
no viajas rápido, sino que vuelas bajito! Se alegra mucho, se emociona, hasta
que un día El aliento que recibirá, será en el hospital cuando sus amigos le
digan: Pronto llegará el día en que volverás a caminar con tus piernas. Les
ejemplifico esto así, porque es la realidad, no es ninguna fantasía,
desafortunadamente.
Para resumir, es muy importante apoyar a nuestros hijos,
darles cariño, para que el día de mañana sean personas exitosas. Si viene
diciéndonos: ¡Papá, recibí 20 en los exámenes!, ¡10 en matemáticas y 10 en
biología! No podemos hacerlos sentir mal, sino que debemos animarlos,
motivarlos diciéndoles que con su sabiduría e inteligencia, pueden llegar a
obtener 20 en matemáticas y 20 en biología.
Por eso, cuando los hijos o cónyuge, reciben tanto calor
humano en la casa, no necesitan buscarlo fuera, porque no hay nada mejor que
ésta.
También debemos alejarnos de esos aplausos y motivaciones
peligrosas, como por ejemplo los goyim que alaban a nuestros jóvenes, o las
amistades que incitan a conducir los carros a altas velocidades, etc.
Que sea la voluntad de Dios que sepamos dar el suficiente
cariño y apoyo a nuestros cónyuges, hijos, alumnos, familiares y amigos, con
palabras dulces que alimenten el espíritu, para que así no haya separaciones o
descontentos dentro de Am Israel, por siempre. Amén.
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